Llega el 8 de Marzo y hablamos de celebrar el
Día Internacional de la mujer trabajadora. Pero seguramente
"celebrar" no sea el verbo adecuado No celebramos seguir con la misma
lucha 2000 años después. Celebramos seguir juntas y unidas, pero no
olvidamos que nos faltan las asesinadas. En pleno siglo XXI hay poco
que celebrar y mucho que reivindicar.
Mujeres de todos los tiempos han peleado porque
se reconozcan nuestros derechos. Conocemos a pocas, porque sus logros han sido
invisibilizados por el sistema capitalista que nos quiere esclavas,
precarias y sumisas, sometidas a través de la violencia económica. Porque
hay que denunciar que las asalariadas cobramos menos, pero asalariadas no somos
todas. No podemos olvidar a las Obreras del hogar condenadas, en su
mayoría, a trabajar sin horario, sin salario y sin reconocimiento.
Las mujeres somos las que sostenemos el mundo:
trabajando, apoyando, cuidando... pero somos mucho más y tenemos derecho a ser
mucho más. Este día conmemora mejor que ningún otro el día de la mujer, porque mujer
y lucha son sinónimos: lucha por la vida, por la familia, por los derechos,
en las fábricas y en las casas. Esta sociedad no tendría dinero suficiente para
pagar nuestro trabajo y encima se niega a darnos el reconocimiento que nos
merecemos. Se niega a reconocer los derechos que todos los seres humanos deben
tener. Nos someten con violencia patriarcal: sexual, económica, física,
psicológica, institucional y social, porque sin miedo, somos fuertes y lo
saben.
Cogimos el testigo de esas mujeres que fueron, a
las que el mundo no prestó atención, pero nosotras sí. Porque ellas fueron,
somos. Y pasaremos el testigo a las mujeres que vendrán, porque como nosotras
somos, serán.
VIVA LA LUCHA DE LAS
MUJERES
Porque fueron, somos. porque somos, serán.