Es el momento de recuperar la ilusión
Han pasado más de cuatro años desde las últimas eleccionessindicales. Durante este tiempo, los empleadospúblicos de la AdministraciónGeneral del Estado hemos visto desaparecer días de vacaciones y asuntos particulareso la cobertura del 100% del sueldo desde el primer día de baja; hemos sufrido congelaciones salarialesy de la oferta de empleo público; hemos tenido que asumir mayores cargas con peorescondiciones de trabajo.
En medio de un panorama marcado por recortes de derechos sociales y laborales, somos una víctima más. En este contexto, movimientos como la plataforma anti desahucios, las mareas de la sanidad y la educación o el propio 15M h a n c o n s e g u i do sembrar la semilla de la ilusión al demostrar que se pueden cambiar lascosas.
Sin embargo, su eco no parece haber llegado a la AGE, donde el desánimo y la desmovilización continúan siendo la norma. La actitud de los sindicatos que se sientan en las mesas de negociación tiene mucho que ver en ello.
El decretazo de julio del 2012 no solo se llevó por delantemuchos de nuestros derechos, paga extra incluida, sino que también arrebató miles de liberados a estos sindicatos. Sus recortes, sin embargo, duraron poco: el 14 de noviembre de ese año, el mismo día en que estaba convocada una huelga general, CCOO, UGT, CSIF, USO y CIG sellaban un pacto que les permitía recuperar un buen puñado deliberados a cambio de desaparecer de los centros de trabajo.Desde entonces, no ha habido másque silencio.
El grito de ¡no nos representan!, que el 15M coreaba para referirse a la casta política, bien pudiera aplicarse también a la casta sindical. Salpicados por escándalos de corrupción, secuestrados por subvenciones millonariasy completamente alejados de los problemas de la gente, estos sindicatos comparten crisis con los partidosdel régimen. La regeneración también es necesaria en el mundo sindical y las elecciones son un buen momento para ello.
El 18 de junio tenemos la oportunidad de revertir la situación: es el momento de expulsar de las mesas a unos sindicatos que se han mostrado incapaces de defender nuestros derechos porque estaban demasiado ocupados en proteger sus beneficios.
Queremos recuperar un sindicalismo que se construya de abajo hacia arriba y en el que la gente tenga la última palabra. Un sindicalismo sin liberados, sin subvenciones que pongan en entredicho su compromiso, sin acuerdos firmados a espaldas de los trabajadores.
Para tod@s, todo. Para nosotr@s, nada.