domingo, 12 de noviembre de 2017

A lo mejor eres un poco ecologista… y (no) lo sabes


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Nunca te has encadenado a una secuoya y no vas en bici al trabajo, y sin embargo a lo mejor eres un poco ecologista. Si no te parece normal que se esté volviendo normal llevar manga corta en noviembre, tenemos que hablar.

Si fuiste allí cuando parecía que iban a desahuciar a tu vecina. Si te enciende que quieran privatizar el agua de tu ciudad. Si estás harto de Florentino, de Bankia, de Suiza, de los Paradise Papers. Si crees que es una estafa hipotecar lo público para pagar la fiesta a cuatro ladrones, a lo mejor eres un poco ecologista.


Si crees que es insostenible que sea tu madre quien cuida de tus hijos, o ver a tu pareja al final del día cuando solo queréis poner una serie y dormir. Si no entiendes por qué se te va la vida construyendo cosas que te importan una mierda... Si te interesa cualquiera que quiera estar vivo después de 2050, a lo mejor eres un poco ecologista.

Los incendios, los tornados, los tomates kilométricos. Esa isla del Pacífico hecha de plástico gris. La cara de idiota que se te pone después de sonreír diciendo: “No, si yo ya sé que no voy a tener una pensión”. Esa deuda a ochenta años que alguien ha firmado en tu nombre.

Si cuando se habla de soberanía de los pueblos tú piensas en que todo el mundo sea soberano para decidir qué come, dónde trabaja, a quién le paga el recibo de la luz y qué puede opinar sin que le pongan una multa… Bueno, ya sabes lo que te voy a decir.

Si te parece que suponer que cada persona actuando de forma egoísta y cortoplacista va a traer lo mejor para toda la población no es precisamente un plan sin fisuras, a lo mejor eres un poco ecologista.

No me importa si te gustan los pájaros. Si me apuras, me da igual si reciclas o no. Se trata de construir conjuntamente un sistema que nos permita vivir bien a largo plazo, saber de dónde podemos sacar el agua, la tierra, el combustible, el cobre, el tiempo para cuidarnos. Se trata de organizarnos de formas que no sean una bomba de relojería. No es tan difícil. Si te apetece vivir en un sistema que no juegue a llevarnos por delante, a lo mejor eres un poco ecologista.
Y, la verdad, algo así no se construye en un día, ni (afortunadamente) cada cual por su cuenta. Pero lo cierto es que tampoco se empezó ayer. La sociedad existe y es capaz de cambiar y algunas creemos que su sentido común ya es, al menos, un poco ecologista. Si este sentido está en las mentes, entonces la trinchera está en los bares, en la tienda, en la cena de Navidad. Un cambio solo puede darse si es aceptable, y solo es aceptable cuando a mucha gente le parece lógico.

Si quieres contribuir a hacerlo lógico, quizás podrías comenzar por imaginar cómo sería tu vida en ese mundo capaz de funcionar a largo plazo y para todas las personas… ¿Cómo comeríais? ¿Dónde viviríais? ¿Qué pasaría cuando alguien estuviese enfermo? ¿De dónde saldrían los tornillos o el papel? La verdad, lo más interesante es cuando te juntas a imaginártelo con otra gente. No es fácil tratar de vivir en un mundo que aún no existe, y sin embargo ya hay gente que lo va construyendo en su esquinita, por parcelas.
Es en estas parcelas donde algunas personas consideramos que se están conquistando las cosas que merecen la pena, incluidas nuestras propias formas de pensar. Porque sostener estructuras que le han declarado la guerra a la vida es, al menos, un poco locura… y lo sabes.